TEMA 6. LA CIUDAD INDUSTRIAL Y LAS PRIMERAS RESPUESTAS ANTE LA CIUDAD CAPITALISTA

La I Revolución Industrial conllevó una revolución urbana paralela, en el que el paisaje urbano de muchas ciudades europeas se transformó por completo. En ese tema, analizaremos las consecuencias que tuvo en las ciudades occidentales y los problemas que generó el crecimiento exponencial de las áreas urbanas. También, estudiaremos las primeras soluciones que se aportaron desde el urbanismo utópico para atajar los problemas generados por la nueva organización de la sociedad capitalista industrial. La mayor parte de estas propuestas fueron irrealizables y no tuvieron una plasmación práctica en las ciudades europeas de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

6.2 El urbanismo utópico

Con la Revolución Industrial el espacio urbano se degrada. Las condiciones de vida para las clases obreras son realmente duras. El hacinamiento, las largas jornadas laborales, el trabajo infantil, las malas condiciones higiénicas de las viviendas obreras, etc. lleva a que la tasa de mortalidad sea muy superior entre la población obrera. El desorden urbano es visto como el resultado de la desorganización del sistema capitalista y la filosofía del laisser-faire. Esto motiva que diferentes pensadores se posicionen a favor de tomar medidas para solucionar esta injusticia social. Muchas de estas soluciones se plantearon desde el urbanismo, ya que a través de un nuevo modelo de planeación y de una reforma de la ciudad se podría actuar sobre la propia organización de la sociedad. Esta nueva corriente de reflexión propone reorganizar la sociedad, la producción y la ciudad y, generalmente, ello se consigue controlando la vida económica y social de los individuos. Manan de los ideales instaurados por la Revolución Francesa y la Ilustración.

Por ello, en este capítulo vamos a estudiar algunas de las propuestas de los que denominaremos utopista reformistas y, espacialmente, destacaremos las aportaciones de Owen, Fourier, Cabet y Richardson. Muchos de los representantes de esta corriente formulaban propuestas de ciudades en forma de palacios sociales. Realmente, la influencia de los utopistas no fue muy amplia, porque sus propuestas fracasaron de forma sistemática. Normalmente se centraban en modelos de asentamientos urbano-rurales, autosuficientes y con una organización social comunitaria. Abogaban por una organización cooperativa, donde el reparto de los beneficios se hiciese en proporción al trabajo aportado y a las necesidades.

En resumen, su eje vertebrador es un posicionamiento crítico frente al sistema capitalista y proponen actuar a través del urbanismo para promover una reforma social. El calificativo de utópico se lo ganan a pulso debido a lo irrealizable de muchas de sus propuestas y a que, en cierto modo, se posicionan en contra del devenir histórico y del sistema económico dominante. En suma, sus propuestas pretenden un nuevo modelo de organización social gracias a la constitución de nuevas células urbano-rurales con  funcionamiento comunitario. Estos nuevos asentamientos suelen presentar características comunes:

  • Se trata de asentamiento de dimensiones reducidas, que distan mucho de las dimensiones que estaban adquiriendo las ciudades industriales.
  • Se implantan en el medio rural y los espacios verdes y abiertos cobran una gran relevancia, justificándolos en base a exigencias de salud pública.
  • Se plantean edificios como conjuntos urbanos autosuficientes, en los que se concede un papel central a la vivienda.
  • Existe un análisis de las actividades humanas para la organización del espacio, estableciendo espacios diferenciados para las distintas funciones: residencia, trabajo, ocio, etc.
  • Se concede importancia a la estética.

Esta corriente será criticada por representantes marxista, como Engels y Marx, ya que consideraban que partían de premisas equivocadas, ya que en primer lugar se debería promover un cambio social en lugar de actuar sobre la ciudad. A continuación, comentaremos las aportaciones de algunos de los representantes más destacados de esta corriente.

Robert Owen provenía de una familia obrera y experimentó en su niñez las condiciones de vida  y miseria del proletario. Prosperó en la vida y llegó a ser un próspero empresario. Se mostró crítico con la situación provocada por el Capitalismo y llevó a cabo una serie de actuaciones dirigidas a mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores. Robert Owen promovió la construcción de una comunidad modelo en Escocia, en los tramos superiores del río Clyde, a la que bautizó como New Lanark. Su origen estuvo vinculado al molino y al pueblo que David Dale había construido a finales del siglo XVIII con la ayuda de Richard Arkwright. En su fábrica de New Lanark experimentó asimismo otra serie de medidas para mejorar las condiciones de vida de sus obreros. Implantó su factoría en una zona rural para huir del hacinamiento de la gran ciudad y promovió viviendas para sus obreros junto con una serie de servicios colectivos. Por ejemplo los obreros disponían de un economato. También reguló el trabajo infantil y dirigió sus esfuerzos a la reducción de la jornada laboral  (10 horas). Creó las primeras escuelas infantiles de Inglaterra en su fábrica de New Lanark. Consideraba que debía existir la escolaridad obligatoria, ya que la educación era la vía para acabar con la miseria y un vehículo fundamental para incrementar las oportunidades de sus trabajadores.

Fuente: British Libray, Licecia CC BY-NC-SA 4.0, https://www.britishmuseum.org/collection/image/1613149755

Planteaba la reforma de los modos de producción industrial. Para ello, proponía la creación de pequeñas comunidades semi-rurales con una población estimada de unas 1.200 personas. Se trataría de una ciudad modelo, el “paralelogramo”, en medio de un espacio verde. Estos asentamientos se distribuirían en el territorio, pero se encontrarían interrelacionadas. El paralelograma consistía en una especie de palacio social, un edificio que aglutinaba todas las funciones: residencial, industrial, ocio, educación. El cultivo de las tierras circundantes proporcionaba autoabastecimiento. Su modelo de organización social se basaba en la vida en comunidad, aunque no renunciaba a la industria. Para llevar a la práctica su idea compró en 1825 tierras en Indiana (USA) y fundó la colonia de New Harmony con objeto de plasmar sus propuestas socialistas. El lugar fue un reclamo para intelectuales, pero no atrajo a agricultores o trabajadores. El proyecto fracasó y Owen perdió gran parte de su fortuna, teniendo que abandonar el lugar y regresar a Europa.

Fuente: British Libray, CC BY-NC-SA 4.0, https://www.britishmuseum.org/collection/image/1042039001

Otro reformista utópico destacado fue Charles Fourier, que propuso su idea del Falansterio, o palacio social, consistente también en un gran edificio que albergaría a 1620 personas. A esta cifra llegada de hacer un análisis de las personalidades existente y consideraba que era el número que permitía obtener una armonía en la mezcla de caracteres diferentes. Consistiría también en una célula urbano-rural con carácter industrial. En el centro del Palacio, se concentrarían las funciones públicas. En los laterales, se dispondrían las funciones residenciales y productivas. Esta propuesta debido a su detallada descripción, puede ser considerada uno de los modelos más significativos del preurbanismo progresista. No se limita a la ordenación física del espacio, sino que también regula de manera sistemática las actividades de sus residentes.

Fuente: H.F. Helmolt, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Charles_Fourier_(by_Hans_F._Helmolt).jpg

Fuente: Victor Considérant, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Phalanst%C3%A8re.jpg

Se debe destacar también la aportación de Étienne Cabet y, especialmente, la impronta que dejó su famosa obra Viaje a Icaria. Se trató de una novela donde criticó fervientemente el capitalismo. En ella, hacía una defensa de la vida comunitaria en una ciudad ideal, a la que denominó Icaria. Planteaba una utopía comunista donde se produjese una uniformidad en el régimen de vida de sus habitantes.  El libro tuvo una gran repercusión sus postulados ganaron una considerable número de seguidores, algunos de los cuales se  movilizaron para materializar esa sociedad comunista en América. Para ello, compraron tierras primero en Texas y posteriormente en Nauvoo (Illinois), un antiguo poblado mormón, y comenzaron a vivir en comunidad. Nauvoo se convertiría en la primera Comunidad Icariana permanente, y los Icarianos se basaron en el modo de organización comunitario y en el sistema de organización que se planteaba en el libro de Viaje a Icaria. Posteriormente, hubo otras fundaciones similares en Cheltenham (Missouri), Corning, Iowa o Cloverdale, California.

Fuente: Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Etiennecabet.jpg

Fuente: Etienne Cabet, Dominio Público, https://en.wikipedia.org/wiki/File:Voyage-en-Icarie-1848.jpg

Benjamin Ward Richardson fue un médico inglés interesado por la epidemiología y la introducción de la higiene y salubridad en las ciudades. Este pensador no puede ubicarse en posturas tan comunistas. Es autor del libro Hygeia (1876), en la que describe una ciudad donde se someten sus elementos a una disposición espacial precisa con el fin de garantizar una mayor higiene. En la obra también se describe como se deben orientar y disponer el interior de las viviendas con objeto de obtener un mayor bienestar físico de sus residentes. Sus propuestas higienistas tendrán una gran impronta en el urbanismo posterior en lo relativo a la introducción paulatina de medidas de higiene en la ciudad.

Fuente: Henry Joseph Whitlock, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Picture_of_Benjamin_Ward_Richardson.jpg

Referencias

Delfante, Ch. (2006). Gran Historia de la Ciudad. De Mesopotamia a Estados Unidos [versión castellana de Angel Isac; ed. original, 1997]. Madrid: Abada.

Fourier, Ch. (2006). El Falansterio. Recuperado de http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/filosofia/falansterio/indice.html

Richardson, B.W. (1848).  Hygeia: a city of health. London: Macmillan & Co. Recuperado de https://archive.org/details/b23983978