TEMA 6. LA CIUDAD INDUSTRIAL Y LAS PRIMERAS RESPUESTAS ANTE LA CIUDAD CAPITALISTA
Gunea: | UPV/EHUko OpenCourseWare (OCW) proiektua |
Ikastaroa: | La evolución del planeamiento urbano, [2021/11] [cas] |
Liburua: | TEMA 6. LA CIUDAD INDUSTRIAL Y LAS PRIMERAS RESPUESTAS ANTE LA CIUDAD CAPITALISTA |
Nork inprimatua: | Gonbidatua |
Data: | osteguna, 2024(e)ko azaroaren 21(e)an, 17:44(e)tan |
Deskribapena
La I Revolución Industrial conllevó una revolución urbana paralela, en el que el paisaje urbano de muchas ciudades europeas se transformó por completo. En ese tema, analizaremos las consecuencias que tuvo en las ciudades occidentales y los problemas que generó el crecimiento exponencial de las áreas urbanas. También, estudiaremos las primeras soluciones que se aportaron desde el urbanismo utópico para atajar los problemas generados por la nueva organización de la sociedad capitalista industrial. La mayor parte de estas propuestas fueron irrealizables y no tuvieron una plasmación práctica en las ciudades europeas de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
OBJETIVOS
Los objetivos de este tema son los siguientes:
- Entender las transformaciones que acarreó la Revolución Industrial en la ciudad.
- Conocer algunas de las aportaciones y soluciones planteadas por el Utopismo reformista.
- Conocer la contribución de algunos empresarios a través de las colonias ajardinadas.
6.1 La Revolución Industrial y los problemas generados por el crecimiento urbano
Con la Revolución Industrial, la morfología de las ciudades cambió por completo. El conjunto de transformaciones que posibilitaron el proceso de traspaso de una economía de estructura feudal al sistema capitalista, llevó implícito también una revolución urbana sin precedentes. Los factores que incidieron en esta transformación fueron, entre otros, el aumento de la población, el crecimiento de la producción industrial o la mecanización de los sistemas productivos. Todos estos cambios se iniciaron en Inglaterra a partir de mediados del siglo XVIII y, poco a poco, se fueron expandiendo al resto de los estados europeos (Benévolo, 1993). En algunos países como Alemania y España, la revolución industrial tuvo lugar con bastante retraso, por lo que los cambios se empezarán a notar muy posteriormente.
Fuente: Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Deepening_the_Fleet_sewer,_1845.jpg
El funcionamiento del sistema económico mundial experimentó una serie de cambios que influirían profundamente en el nuevo paisaje de las ciudades europeas. El proceso colonial y la consecuente apertura de nuevos mercados ampliaron la geografía económica de Europa. Esto hizo surgir un nuevo modo de entender la actividad empresarial, basada en el liberalismo y en el comercio internacional. En la ciudad industrial prevaleció la filosofía del laissez faire. Se instaló el capitalismo en la economía y se abogaba por la no intervención del Estado. Cualquier intervención de la Administración Pública dentro de la ordenación de la ciudad se consideraba un obstáculo y las intervenciones en el espacio urbano se dejaron prioritariamente en manos privadas. Por ello, considerando que las iniciativas inmobiliarias privadas perseguían, por lo general, el beneficio económico, se empezó a producir un incremento de la presión sobre el suelo lo que provocó movimientos especulativos.
Por otro lado, cambiaron los modos de transporte. Poco a poco, el tren o el tranvía se empezaron a introducir en la ciudad. Esto ocasionó cambios sustanciales en las ciudades debido a los requerimientos de espacio necesario para estas infraestructuras. Además, estos medios permitieron una movilidad a más larga distancia, lo que favoreció la extensión de la ciudad. Hasta el momento, dicha extensión estaba constreñida por las murallas de la ciudad y limitada por las distancias que eran posibles recorrer a pie o en carruaje.
Fuente: Gustave Doré, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Gustave_Dor%C3%A9_-_Ludgate_Hill.png
Es cierto que, en un primer momento, la Revolución Industrial no tuvo efectos importantes en la expansión urbana, dado que los nuevos inventos introducidos en las fábricas textiles o en las empresas siderúrgicas, que tuvieron lugar en Inglaterra entre los años 1700 y 1780, fomentaron más una dispersión de la industria fuera de las ciudades que una localización en el interior de las mismas. Pero al establecer el carbón como principal fuente energética, la situación cambió. Al principio, se promovió la concentración de la industria en aquellos lugares donde había disponibilidad de carbón y, posteriormente, en zonas próximas a los medios de transporte.
Es por ello que, en Gran Bretaña, que inicia su industrialización de forma temprana, su modelo de localización industrial se caracterice por emplazar las industrias de forma próxima a lugares que disponían de yacimientos de carbón. Los motivos de este emplazamiento, mayormente, se deben a que las primeras máquinas consumían grandes cantidades de carbón y todavía era muy caro su transporte debido a la no existencia del ferrocarril. Con la llegada del ferrocarril, paulatinamente se irán introduciendo las fábricas que transformarán el paisaje urbano. Son edificaciones que requieren de amplios espacios para ubicarse.
Inicialmente, como hemos comentado, dependían principalmente de la existencia de algún curso de agua, por lo que no se ubicaban en el centro de las ciudades, sino en emplazamientos próximos a algún salto de agua para obtener energía. Sin embargo, la difusión de la máquina de vapor y del uso del carbón como principal fuente de energía, permitió a la industria comenzar a ubicarse en la ciudad sin depender de la energía hidráulica. Todo esto incrementó aún más la presión sobre el suelo, encareciendo y fomentando aún más los movimientos especulativos.
Desde el punto de vista demográfico, hay que tener en cuenta que es en esta época cuando se inició el proceso de la transición demográfica europea, que implicó un descenso de las tasas de mortalidad. Esto fue posible gracias a la mejora de la alimentación motivada por avances tecnológicos en el sistema agrario que mejoraron la alimentación y a la generalización de determinadas medidas higiénicas como fueron el uso de jabón, la ropa de algodón, etc. Como la natalidad se mantuvo alta se produjo un fuerte crecimiento de población, principalmente rural, que es lo que se conoce como la transición demográfica. Pero, además, el campo ya no necesitaba de tanta mano de obra. Esto llevó a unos crecimientos demográficos importantes, que acarreó que existiese un excedente de mano de obra en las áreas rurales. Esa mano de obra excedentaria del campo se vio forzada a emigrar a la ciudad, donde la implantación de las industrias ejerció de reclamo para grandes masas de población que acudían a trabajar en las nuevas plantas fabriles.
Por todo esto, en una primera etapa de la industrialización, la ciudad se mantuvo compacta aunque fue incrementándose la fragmentación social, pero, poco a poco, con la desaparición de las murallas, se acrecienta esa segregación horizontal del espacio urbano. Aparecieron así tres zonas claramente diferenciadas: el casco viejo, los ensanches planeados y las áreas periféricas de crecimiento espontáneo (López de Lucio, 1993).
Con el desarrollo del Capitalismo, se produjeron simultáneamente fenómenos de concentración industrial que buscaban reducir gastos corrientes en base a economías de escala. En pro de una mayor eficiencia económica y con objeto de obtener mayores rentabilidades, se introdujo la división del trabajo y la mecanización. Las actividades financieras adquirieron cada vez mayor relevancia, lo que dio pie al surgimiento del sistema financiero. Las edificaciones bancarias y bursátiles también requirieron de espacio para localizarse en la ciudad. Se estaba produciendo una necesidad de distribuir el espacio urbano y una cada vez mayor competencia por su ocupación.
Esto exigía nuevas condiciones de accesibilidad y movilidad dentro de la ciudad, lo que llevó a la colmatación y la congestión de los espacios interiores. Movidos por fuerzas centrífugas, la industria se empezó a localizar en el extrarradio donde surgieron también barrios obreros, en los que se padecía hacinamiento y escasez de servicios.
Fuente: Gustave Dor, Dominio Público, https://en.wikipedia.org/wiki/Gustave_Dor%C3%A9#/media/File:Dore_London.jpg
De esta combinación, surgió el paisaje urbano de la primera mitad del siglo XIX. Por un lado, barrios residenciales precarios en las periferias de las ciudades, en las que se ubicaban también las fábricas. Espacios inhabitables debido a la contaminación y escasez de infraestructuras básicas. Por otro lado, promoción de ensanches para acomodar a una incipiente clase burguesa que buscaba ámbitos más atractivos. Esto ahondaba en la segregación residencial de la ciudad. De hecho, la ciudad industrial trajo consigo una segregación funcional importante y una segregación social aún más visible.
Fuente: Thomas Annan, Dominio Público, https://www.bl.uk/collection-items/the-old-closes-and-streets-of-glasgow
Esta segregación se dio no sólo horizontalmente por todo el espacio urbano, sino que incluso se producía una segregación vertical en los propios edificios, por lo menos, hasta que se empezaron a instalar ascensores.
Fuente: Edmond Texier, BnF Gallica, Bibliothèque nationale de France, licencia Gallica, https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k2058533/f72.item.zoom
Por otra parte, la concentración de los trabajadores en áreas concretas de la ciudad y las condiciones de hacinamiento e injusticia social que vivían, impulsaron un crecimiento de la concienciación de clase social. Se vivió una época de fuerte conflictividad social. Es en esta esfera, donde el estado empezó a implicarse para tratar de solucionar los emergentes problemas urbanos, actuando a través de la ordenación del espacio interior de las ciudades y promoviendo diferentes infraestructuras y servicios públicos. De hecho, hasta la llegada de la Revolución Industrial, la intervención de los poderes públicos en el campo urbanístico había sido muy limitada. En su mayor parte se trataba de medidas orientadas a la sanidad y a la reglamentación de las edificaciones situadas en los conjuntos monumentales o en áreas centrales de la ciudad. Era todavía una implicación muy reducida debido a la corriente de pensamiento liberal que predominaba.
Referencias
Benevolo, L. (1993). La ciudad europea (La construcción de Europa). Barcelona: Crítica.
López de Lucio, R. (1993). Ciudad y urbanismo a finales del siglo XX. Valencia: Universitat de Valencia. Recuperado de http://oa.upm.es/13414/
6.2 El urbanismo utópico
Con la Revolución Industrial el espacio urbano se degrada. Las condiciones de vida para las clases obreras son realmente duras. El hacinamiento, las largas jornadas laborales, el trabajo infantil, las malas condiciones higiénicas de las viviendas obreras, etc. lleva a que la tasa de mortalidad sea muy superior entre la población obrera. El desorden urbano es visto como el resultado de la desorganización del sistema capitalista y la filosofía del laisser-faire. Esto motiva que diferentes pensadores se posicionen a favor de tomar medidas para solucionar esta injusticia social. Muchas de estas soluciones se plantearon desde el urbanismo, ya que a través de un nuevo modelo de planeación y de una reforma de la ciudad se podría actuar sobre la propia organización de la sociedad. Esta nueva corriente de reflexión propone reorganizar la sociedad, la producción y la ciudad y, generalmente, ello se consigue controlando la vida económica y social de los individuos. Manan de los ideales instaurados por la Revolución Francesa y la Ilustración.
Por ello, en este capítulo vamos a estudiar algunas de las propuestas de los que denominaremos utopista reformistas y, espacialmente, destacaremos las aportaciones de Owen, Fourier, Cabet y Richardson. Muchos de los representantes de esta corriente formulaban propuestas de ciudades en forma de palacios sociales. Realmente, la influencia de los utopistas no fue muy amplia, porque sus propuestas fracasaron de forma sistemática. Normalmente se centraban en modelos de asentamientos urbano-rurales, autosuficientes y con una organización social comunitaria. Abogaban por una organización cooperativa, donde el reparto de los beneficios se hiciese en proporción al trabajo aportado y a las necesidades.
En resumen, su eje vertebrador es un posicionamiento crítico frente al sistema capitalista y proponen actuar a través del urbanismo para promover una reforma social. El calificativo de utópico se lo ganan a pulso debido a lo irrealizable de muchas de sus propuestas y a que, en cierto modo, se posicionan en contra del devenir histórico y del sistema económico dominante. En suma, sus propuestas pretenden un nuevo modelo de organización social gracias a la constitución de nuevas células urbano-rurales con funcionamiento comunitario. Estos nuevos asentamientos suelen presentar características comunes:
- Se trata de asentamiento de dimensiones reducidas, que distan mucho de las dimensiones que estaban adquiriendo las ciudades industriales.
- Se implantan en el medio rural y los espacios verdes y abiertos cobran una gran relevancia, justificándolos en base a exigencias de salud pública.
- Se plantean edificios como conjuntos urbanos autosuficientes, en los que se concede un papel central a la vivienda.
- Existe un análisis de las actividades humanas para la organización del espacio, estableciendo espacios diferenciados para las distintas funciones: residencia, trabajo, ocio, etc.
- Se concede importancia a la estética.
Esta corriente será criticada por representantes marxista, como Engels y Marx, ya que consideraban que partían de premisas equivocadas, ya que en primer lugar se debería promover un cambio social en lugar de actuar sobre la ciudad. A continuación, comentaremos las aportaciones de algunos de los representantes más destacados de esta corriente.
Robert Owen provenía de una familia obrera y experimentó en su niñez las condiciones de vida y miseria del proletario. Prosperó en la vida y llegó a ser un próspero empresario. Se mostró crítico con la situación provocada por el Capitalismo y llevó a cabo una serie de actuaciones dirigidas a mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores. Robert Owen promovió la construcción de una comunidad modelo en Escocia, en los tramos superiores del río Clyde, a la que bautizó como New Lanark. Su origen estuvo vinculado al molino y al pueblo que David Dale había construido a finales del siglo XVIII con la ayuda de Richard Arkwright. En su fábrica de New Lanark experimentó asimismo otra serie de medidas para mejorar las condiciones de vida de sus obreros. Implantó su factoría en una zona rural para huir del hacinamiento de la gran ciudad y promovió viviendas para sus obreros junto con una serie de servicios colectivos. Por ejemplo los obreros disponían de un economato. También reguló el trabajo infantil y dirigió sus esfuerzos a la reducción de la jornada laboral (10 horas). Creó las primeras escuelas infantiles de Inglaterra en su fábrica de New Lanark. Consideraba que debía existir la escolaridad obligatoria, ya que la educación era la vía para acabar con la miseria y un vehículo fundamental para incrementar las oportunidades de sus trabajadores.
Fuente: British Libray, Licecia CC BY-NC-SA 4.0, https://www.britishmuseum.org/collection/image/1613149755
Planteaba la reforma de los modos de producción industrial. Para ello, proponía la creación de pequeñas comunidades semi-rurales con una población estimada de unas 1.200 personas. Se trataría de una ciudad modelo, el “paralelogramo”, en medio de un espacio verde. Estos asentamientos se distribuirían en el territorio, pero se encontrarían interrelacionadas. El paralelograma consistía en una especie de palacio social, un edificio que aglutinaba todas las funciones: residencial, industrial, ocio, educación. El cultivo de las tierras circundantes proporcionaba autoabastecimiento. Su modelo de organización social se basaba en la vida en comunidad, aunque no renunciaba a la industria. Para llevar a la práctica su idea compró en 1825 tierras en Indiana (USA) y fundó la colonia de New Harmony con objeto de plasmar sus propuestas socialistas. El lugar fue un reclamo para intelectuales, pero no atrajo a agricultores o trabajadores. El proyecto fracasó y Owen perdió gran parte de su fortuna, teniendo que abandonar el lugar y regresar a Europa.
Fuente: British Libray, CC BY-NC-SA 4.0, https://www.britishmuseum.org/collection/image/1042039001
Otro reformista utópico destacado fue Charles Fourier, que propuso su idea del Falansterio, o palacio social, consistente también en un gran edificio que albergaría a 1620 personas. A esta cifra llegada de hacer un análisis de las personalidades existente y consideraba que era el número que permitía obtener una armonía en la mezcla de caracteres diferentes. Consistiría también en una célula urbano-rural con carácter industrial. En el centro del Palacio, se concentrarían las funciones públicas. En los laterales, se dispondrían las funciones residenciales y productivas. Esta propuesta debido a su detallada descripción, puede ser considerada uno de los modelos más significativos del preurbanismo progresista. No se limita a la ordenación física del espacio, sino que también regula de manera sistemática las actividades de sus residentes.
Fuente: H.F. Helmolt, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Charles_Fourier_(by_Hans_F._Helmolt).jpg
Fuente: Victor Considérant, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Phalanst%C3%A8re.jpg
Se debe destacar también la aportación de Étienne Cabet y, especialmente, la impronta que dejó su famosa obra Viaje a Icaria. Se trató de una novela donde criticó fervientemente el capitalismo. En ella, hacía una defensa de la vida comunitaria en una ciudad ideal, a la que denominó Icaria. Planteaba una utopía comunista donde se produjese una uniformidad en el régimen de vida de sus habitantes. El libro tuvo una gran repercusión sus postulados ganaron una considerable número de seguidores, algunos de los cuales se movilizaron para materializar esa sociedad comunista en América. Para ello, compraron tierras primero en Texas y posteriormente en Nauvoo (Illinois), un antiguo poblado mormón, y comenzaron a vivir en comunidad. Nauvoo se convertiría en la primera Comunidad Icariana permanente, y los Icarianos se basaron en el modo de organización comunitario y en el sistema de organización que se planteaba en el libro de Viaje a Icaria. Posteriormente, hubo otras fundaciones similares en Cheltenham (Missouri), Corning, Iowa o Cloverdale, California.
Fuente: Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Etiennecabet.jpg
Fuente: Etienne Cabet, Dominio Público, https://en.wikipedia.org/wiki/File:Voyage-en-Icarie-1848.jpg
Benjamin Ward Richardson fue un médico inglés interesado por la epidemiología y la introducción de la higiene y salubridad en las ciudades. Este pensador no puede ubicarse en posturas tan comunistas. Es autor del libro Hygeia (1876), en la que describe una ciudad donde se someten sus elementos a una disposición espacial precisa con el fin de garantizar una mayor higiene. En la obra también se describe como se deben orientar y disponer el interior de las viviendas con objeto de obtener un mayor bienestar físico de sus residentes. Sus propuestas higienistas tendrán una gran impronta en el urbanismo posterior en lo relativo a la introducción paulatina de medidas de higiene en la ciudad.
Fuente: Henry Joseph Whitlock, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Picture_of_Benjamin_Ward_Richardson.jpg
Referencias
Delfante, Ch. (2006). Gran Historia de la Ciudad. De Mesopotamia a Estados Unidos [versión castellana de Angel Isac; ed. original, 1997]. Madrid: Abada.
Fourier, Ch. (2006). El Falansterio. Recuperado de http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/filosofia/falansterio/indice.html
Richardson, B.W. (1848). Hygeia: a city of health. London: Macmillan & Co. Recuperado de https://archive.org/details/b23983978
6.3 Las colonias obreras
Con el desarrollo del ferrocarril, la industria pudo elegir su ubicación. En ese momento, las ciudades ya se encontraban bastante colmatadas. Por ese motivo, con frecuencia se buscaron emplazamientos fuera de la ciudad. A menudo, próximos a los yacimientos de carbón o a cursos de agua navegables. Con la extensión de la red ferroviaria, en los lugares que dispusieran de estación de tren. Muchas veces, la existencia de una estación marcaba el posterior desarrollo industrial y urbano de la zona. Esto a veces originó a que nuevas áreas industriales surgiesen de la nada y con frecuencia esos mismos empresarios promocionaban vivienda para sus obreros. En ocasiones, estos empresarios, bien por motivaciones filantrópicas bien buscando mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores para obtener un mayor rendimiento de los mismos, promovían áreas residenciales. Estas nuevas zonas residenciales destinadas a los obreros contaban con relativamente altos estándares de calidad, especialmente si comparamos con los existentes en los slums de la época.
La mayoría de estas iniciativas surgen como experimentos aislados. Recibieron el nombre de suburbios o colonias ajardinados, ya que en el diseño introducían una amplia superficie destinada a jardines y zonas libres. En cierto modo, los empresarios buscaban promover una mayor implicación y compromiso de los trabajadores con la empresa. Las diversas iniciativas promovidas por empresarios, buscaban localizar las viviendas de los obreros próximas a la fábrica. A estos nuevos núcleos se les dotaba de unos equipamientos colectivos como colegios, mercados o iglesias para mejorar sus condiciones de vida. Se ubicaban fuera de las ciudades con la intención de conseguir una mayor proximidad y contacto con la naturaleza, pero también abaratar los precios del suelo.
Serían iniciativas que, aunque recojan algunos de los fundamentos del Utopismo Reformista, no ansiaban una transformación social. Simplemente querían mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Huían de las altas densidades que se ofrecían en los barrios obreros de las ciudades y promovían baja densidad de viviendas con una tipología edificatoria que, predominantemente era la vivienda unifamiliar con jardín. Encontramos diferentes ejemplos tanto en Europa como en América siempre auspiciadas por capital privado: Saltaire en Inglaterra, construida en 1852 por Titus Salt, Margareten-Höhe, fundada en 1865 en Essen por la familia Krupp en sus factorías de acero, Pullman City en los Estados Unidos, cerca de Chicago, fundada en 1880 por George Pullman, etc.
Fuente: British Libray, Dominio Público, https://www.bl.uk/collection-items/illustration-of-saltaire-a-model-village-founded-for-textile-workers-near-bradford#
Fuente: Alex Liivet (CC BY 2.0), https://www.flickr.com/photos/23108377@N07/30026174475/
Como hemos comentado, estas empresas no pretendían un cambio social ni se ubicaban dentro de las corrientes de pensamiento comunista ni socialista, sino que con frecuencia buscaban solo beneficios económicos al trasladar las fábricas fuera de la ciudad. Ello les permitía acceder a suelos más baratos y, además, solían obtener beneficio también de los alquileres que pagaban los trabajadores por las viviendas. Además, así conseguían un control más estricto de los empleados lo que favorecía una menor conflictividad social.
Comentaremos algunos ejemplos. En Alemania, encontramos Margarethen-Höhe, ubicado en las afueras de la ciudad industrial de Essen y fundada por la familia Krupp. Promovieron programas sociales para sus empleados: capacitación laboral, seguros, viviendas baratas, hospitales, parques, escuelas. Implantaron un seguro de accidentes que en caso de defunción del trabajador amparaba a su viuda y huérfanos.
Fuente: Wiki05, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Essen-Margarethenh%C3%B6he_Luft.JPG
Saltaire representa otro ejemplo de desarrollo de asentamientos modelo para obreros que pretendió dar solución a los problemas de la ciudad industrial. Saltaire fue un ambicioso proyecto de mayores dimensiones que lo pudo ser New Lanark, lo que proporcionó un ejemplo más completo de integración entre el lugar de trabajo, las viviendas y los equipamientos colectivos. Saltaire representó un gran avance en cuanto a la planificación urbana. Se ubicó intencionadamente en un área rural, próxima a la ciudad de Bradford, pero suficientemente separada de ella. Podemos hablar en este caso del primer ejemplo de dispersión urbana planificada como modo de solucionar el problema de la congestión urbana.
Pullman-City se fundó en 1881 por George Pullman a modo de experimento social para dar residencia a los 6.000 empleados de su fábrica de vagones de ferrocarril, la Pullman Palace Car Company. Fue una ciudad planificada, situada al sur de Chicago, donde se introdujo la vertiente artística con el cuidadoso diseño de fuentes y jardines. Se incorporaron diversos equipamientos: iglesia, biblioteca, escuela, teatro. Se reguló el modo de vida de los trabajadores, con unas normas que tenían que cumplir como condición para vivir en el área. También se les cobró un alquiler. Con el diseño, que fue a cargo del arquitecto Solon Spencer Beman, se pretendió dar respuesta a las necesidades de los trabajadores dentro del vecindario. Las viviendas se formularon como viviendas unifamiliares adosadas con servicios básicos y altos estándares de calidad para la época.
En ocasiones, estas iniciativas también fracasaron. Un ejemplo de ello fue la fundación por Ruskin en 1871 de la Saint Georges Guild para la construcción de un suburbio-jardín cerca de Oxford. Sin embargo, sirvió de inspiración para William Lever, un fabricante de jabón, que construyó Port Sunlight en 1887 cerca de Liverpool. Port Sunlight ocupaba un terreno de 50 hectáreas y disponía de seiscientas viviendas unifamiliares agrupadas en pequeños conjuntos rodeados de jardines. Con esta colonia jardín planeada para 3.500 personas, Lord Lever pretendía socializar y cristianizar las relaciones comerciales y volver a una hermandad familiar que existía en los tiempos del trabajo manual. En Port Sunlight, cada casa se situaba frente a un amplio espacio verde, y cada familia tenía derecho a un huerto. Las vías peatonales se separaron de las carreteras para vehículos, para permitir que los niños caminasen de forma segura al ir a la escuela. Port Sunlight tenía tiendas, escuelas, una iglesia, un hospital, una piscina al aire libre e incluso un hotel. También disponía de instituciones culturales destinadas a los trabajadores como, por ejemplo, una sala de conciertos y la galería de arte Lady Lever.
Fuente: Alex Liivet, (CC BY 2.0), https://bit.ly/3az77KQ
Vemos que todos estos ejemplos se basan en el concepto de la casa unifamiliar rodeada de jardín. Se hacía hincapié también en la búsqueda de un contacto con la naturaleza y en aproximar el campo a la ciudad. En cierto modo, son un antecedente de las propuestas de Ebenezer Howard, que estudiaremos en el siguiente tema.
Referencias
Beeson, E. W. (1911). Port Sunlight; the model village of England, a collection of photographs. New York: The Architectural book publishing company. Recuperado de https://archive.org/details/portsunlightmode00bees/page/n13/mode/2up
Delfante, Ch. (2006). Gran Historia de la Ciudad. De Mesopotamia a Estados Unidos [versión castellana de Angel Isac; ed. original, 1997]. Madrid: Abada.
6.4 Lecturas recomendadas
Para comprender la situación de la ciudad industrial, se recomienda cualquiera de estas tres lecturas, ya que en todas ellas, disponen de algún capítulo donde abordan los impactos que tuvo la Revolución Industrial en las ciudades e inciden sobre la segregación residencial y las condiciones de hacinamiento e insalubridad de las clases obreras.
Benevolo, L. (1993). La ciudad europea (La construcción de Europa). Barcelona: Crítica.
Delfante, Ch. (2006). Gran Historia de la Ciudad. De Mesopotamia a Estados Unidos [versión castellana de Angel Isac; ed. original, 1997]. Madrid: Abada.
López de Lucio, R. (1993). Ciudad y urbanismo a finales del siglo XX. Valencia: Universitat de Valencia. Recuperado de http://oa.upm.es/13414/
Para entender el pensamiento de los utopistas, habría que acudir a las fuentes originales y dos lecturas recomendables son las siguientes:
Fourier, Ch. (2006). El Falansterio. Recuperado de http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/filosofia/falansterio/indice.html
Richardson, B.W. (1848). Hygeia: a city of health. London: Macmillan & Co. Recuperado de https://archive.org/details/b23983978
Por último, si queremos analizar algunas de las experiencias de Colonias obreras, se recomienda el capítulo 4 La ciudad en el Jardín, de la obra de Peter Hall:
Hall, Peter (1996). Ciudades del mañana: Historia del urbanismo en el siglo XX. Barcelona: Ediciones del Serbal.