TEMA 4. LA CIUDAD MEDIEVAL

Este es un largo periodo de la historia en el que inicialmente se dio un retroceso en el grado de urbanización en Europa, pero en el que después poco a poco las ciudades fueron creciendo y consolidándose. En España, nos interesará sobre todo contrastar las diferencias existentes entre la ciudad medieval cristiana y la ciudad hispanomulsumana, para identificar muchos de los orígenes de las ciudades actuales.

4.2 La ciudad hispanomusulmana. Planos irregulares y crecimiento celular.

El código religioso islámico ponía gran énfasis en la vida privada y doméstica de los individuos y familias. La importancia concedida al hogar familiar en las ciudades islámicas tuvo varios efectos determinantes en sus formas físicas: en primer lugar, las casas no se agrupaban en base a un plan o a un mecanismo de control, sino que las ciudades crecieron de abajo a arriba, desde la casa individual de la familia, de la unidad étnica o de la secta. En segundo lugar, su reducida actividad social no planteó la necesidad de edificios públicos ni la necesidad de lugares públicos de reunión. Las ciudades islámicas carecían de organización formal y política, el control urbano se ejercía a través de un número relativamente pequeño de familias extensas o clanes que se autogobernaban (Morris, 2018).

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Por ello, la forma urbana islámica es propia de un crecimiento orgánico de tipo no planeado, con procesos de crecimiento celular y aditivo. Es decir, las ciudades islámicas estaban compuestas por un conjunto de componentes reducido. El núcleo era la medina amurallada que contenía la principal Mezquita del Viernes, el mercado central y el complejo comercial. Este núcleo se encontraba rodeado por los barrios residenciales, y más lejos, se dispondrían los suburbios residenciales discontinuos con tramas laberínticas con calles retorcidas y con frecuencia sin salida. A veces la medina estaba situada en algún terreno contiguo elevado como en el caso de la Alhambra y componía lo que se denomina la Alcazaba.

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Los asentamientos presentaban un crecimiento que absorbía poco a poco los suburbios, que presentaban tramas igualmente laberínticas, y que poseían su mezquita y mercado propios. La puerta principal de entrada a la medina a través de la muralla (el bab) adquirió relevancia no sólo como acceso a la ciudad amurallada, sino también como espacio de encuentro. Esta área se estructura en múltiples patios que permitían el tránsito de aquellos que entraban y salían de la ciudad.

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Originariamente el palacio del gobernador estaba situado dentro de la medina o, si la topografía lo permitía, se ubicada sobre una prominencia contigua a partir de la cual tenía lugar una gradual transformación en ciudadela sólidamente fortificada (alcazaba). La intencionalidad de preservar la intimidad del hogar, dado el rol que jugaba la mujer en la cultura musulmana, hacía que las casas se construyesen en torno a patios interiores, en lo que podríamos denominar viviendas introvertidas. Esto también era debido en parte a la propia climatología, que llevaba a que las casas dispusieran de esos patios y de escasas ventanas al exterior para favorecer la ventilación de las viviendas y protegerlas del calor. También las calles eran estrechas, probablemente con esa misma intención.

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La ciudad surgía de la agrupación de esos conjuntos de viviendas, a muchas de las cuales se accedía a través de calles que no presentaban continuidad y terminaban en lo que se denomina “cul de sac”. Por ello, la ciudad adquiría una trama laberíntica. De este modo, la función de enlazar las callejuelas residenciales y dar acceso a los escasos centros públicos podía satisfacerse con un sistema relativamente limitado de calles principales transversales. De hecho, no se puede apreciar una jerarquía de calles en plano, ni espacios públicos diferenciados. Y ello es el resultado, precisamente, del hecho de que las ciudades iban a crecer a partir de la vivienda, que se iban a ir agrupando por clanes y llevaban a que el crecimiento de la ciudad fuese celular y orgánico.

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Aunque la ciudad no se encuentra socialmente diferenciada, debido a que la religión musulmana no veía con buenos ojos la ostentación de la riqueza y no se pueden encontrar grandes diferencias en las fachadas de los edificios, sí que encontramos una diferenciación funcional, con la aparición de una serie de espacios diferenciados dentro de la ciudad.

  • La Medina: el núcleo central de la ciudad que se encontraba amurallado de la ciudad. Contenía la principal Mezquita, el mercado central y el complejo comercial.
  • Bab: la puerta principal de la muralla, que funcionaba como lugar de encuentro. Se solía encontrar estructurado en diferentes patios.
  • Palacio del Gobernador: se podía encontrar dentro de la medina o a veces sobre una elevación del terreno a modo de ciudadela fortificada. En esto casos recibía el nombre de alcazaba (p. ej. la Alhambra).
  • Barrios residenciales: que se construían con entramados laberínticos y que presentaban un crecimiento celular a partir de la vivienda de tipo introvertido. Con frecuencia los componentes de un clan ocupaban casas contiguas creando subgrupos residenciales a los que se accedía a través de un calles o callejones sin salida (Cul de sac) que recibían el nombre de adarves.
  • Mezquita: edificio destinado al culto religioso y que disponían de uno o más patios porticados, constituyendo uno de los pocos espacios abiertos de la ciudad islámica.
  • Zoco: es el mercado, separado por completo de la actividad doméstica.
  • Hamanes: baños públicos y uno  de los pocos espacios de socialización.

Referencias

Chueca Goitia, Fernando (1977). Breve historia del urbanismo. Madrid: Alianza Editorial.

Morris, A. E. J. (2018). Historia de la forma urbana: desde sus orígenes hasta la revolución industrial. Barcelona: Gili.