TEMA 9. EL DEBATE EN TORNO A LA CIUDAD FUNCIONAL: SU POSTERIOR DESARROLLO Y POSTURAS CRÍTICAS FRENTE A ELLA

La ciudad postmoderna se presenta como crítica a las incongruencias del movimiento moderno y pretende hacer frente a ese modelo heredado de ciudad segregada en sus funciones y residencialmente. En este tema, se analizará la crisis urbana a la que se enfrentaron muchas de las ciudades occidentales en el último tercio del siglo XX que llevó a que muchas de ellas plantearan actuaciones de reforma urbana y a que poco a poco fuese cogiendo fuerza el paradigma de la ciudad sostenible. 

9.2 La ciudad postmoderna

La ciudad del último tercio del siglo XX es una ciudad difusa y que presenta cada vez una mayor complejidad en su gestión. El funcionalismo y el movimiento moderno han sido los causantes de muchos de sus males: segregación funcional, segregación social, insostenibildiad del crecimiento urbano, deterioro de las áreas históricas, etc. Los grandes proyectos y la ciudad ideal y ordenada que planteaba el racionalismo se vuelven ineficaces a la hora de dar solución a muchos de esos problemas. Por ello, a partir de los años 70, comenzó a hablarse de una etapa postmoderna en la arquitectura y en la planificación urbana. Precisamente, a menudo, se identifica como la respuesta dada a la crisis del movimiento moderno.

Fuente: Axel Drainville (CC BY-NC 2.0), https://bit.ly/2R8LQkm

En este nuevo enfoque se apuesta más por proyectos a pequeña escala que por los grandes proyectos de las ciudades funcionales. Movimientos que se ubicarían dentro de la geografía de la percepción o de la geografía radical empiezan a adquirir notoriedad. Surgen conceptos como el Townscape (donde cobra importancia el sentido del lugar -sense of place-), para plantear soluciones que se implanten a pie de calle y oponerse a esa forma de diseñar ciudades propia del Cityscape. Se propone realizar el diseño urbano desde abajo, aproximándose a los problemas urbanos desde perspectivas diversas y no exclusivamente desde el enfoque del arquitecto o ingeniero. Es decir, se busca una visión poliédrica de la realidad en el que poco a poco el urbanismo participativo y el concepto de ciudad vivida va a ir adquiriendo importancia.

La sociedad también se transforma, se vuelve más individualista, más hedonista y más consumista. Sin embargo, la realidad urbana postmoderna se aleja de los ideales utópicos de los siglos XIX y XX. En cierto modo, se presenta como una crítica a una ciudad dual, en la que la sociedad se encuentra cada vez más polarizada. Esa polarización se ve reflejada en el espacio urbano a través de barrios segregados, donde la población rica se enclaustra en urbanizaciones de lujo o gated communities y las minorías y la población más marginal viven en barrios vulnerables y degradados. El espacio se privatiza y peligran los espacios para la colectivización.

Fuente: imagen propia, mapa base del Gobierno Vasco, Geoeuskadi (CC by 3.0), https://www.geo.euskadi.eus/s69-bisorea/es/x72aGeoeuskadiWAR/index.jsp

Los teóricos marxistas hablan de un modelo de ciudad que responde al modo de producción llamado capitalismo flexible:

  • Flexibilidad de la acumulación financiera, a escala global, que puede llevar a crisis mundiales como la de las hipotecas subprime.
  • Flexibilidad a los mercados de trabajo, con el traslado de los procesos productivos a los países que disponen de una mano de obra más barata.
  • Flexibilidad en la producción, que se realiza a escala global. Las multinacionales se implantan en todos los países, el consumo también se globaliza a través de la venta por internet, etc.

En este contexto, el urbanismo postmoderno surge como una reacción al urbanismo moderno. Frente a la ruptura con el pasado que proponía la ciudad funcional, se incide en la importancia de la conservación del patrimonio y la historia urbana, y se apuesta por recuperar el historicismo y la inspiración en la arquitectura del pasado para el diseño de la ciudad. Se apuesta por incidir en los aspectos culturales y locales que dan identidad a la ciudad y huir del estilo internacional del funcionalismo. En este sentido, el posmodernismo resalta el contexto local, la importancia del lugar, el diseño vernáculo, el regionalismo, la identidad urbana, la legibilidad urbana, el populismo, el genius loci (Lois et al., 2012). La ciudad se entiende como un collage en el que se defiende la diversidad tanto en su composición social como en su distribución funcional abogando por una mezcla de usos. También se hace un alegato a favor del urbanismo participativo, intentando incorporar a la población en el diseño de la ciudad para adaptar la ciudad a las personas y no a la inversa. Mientras que en el urbanismo y arquitectura funcionalista se abogaba por formas simples, concediendo prioridad a la función antes que a la estética, el postmodernismo ensalza los detalles, la importancia de la estética enfrentándose al lema funcional del lema “less is more” con el “less is bore”.

La ciudad contemporánea en España

En España, la industrialización llegó con un retraso importante respecto a otros países europeos. Ello hizo que el fenómeno urbano no adquiriese las mismas dimensiones que en otros países de su entorno y que, en cierto modo, el modelo de ciudad mediterránea compacta se mantuviese. Junto a ello, la primera etapa autárquica del Franquismo no fue muy proclive a las ideas de la ciudad funcionalista y la impronta que el modernismo tuvo en otros lugares de Europa no se produjo en España. Sin embargo, en los años sesenta con el desarrollismo español, muchas ciudades españolas empiezan a ganar población y se produce un éxodo rural que vacío muchas rurales y empezó a colapsar los mercados de viviendas urbanos. Frente a esto, en numerosas ocasiones se planteaban soluciones habitacionales para combatir el chabolismo que empezaron a incorporar los principios racionalistas. Todo esto contribuyó a difuminar el modelo de ciudad compacta y a promover movimientos especulativos que vieron en el mercado de la vivienda una inversión rentable. 

Desde los años 80, ha habido un crecimiento urbano en extensión urbanizada, pero no proporcionado con el crecimiento real de la población. Como resultado, se ha producido un incremento del suelo urbanizado per cápita. La ciudad postindustrial no ha dejado de ser una ciudad en la que la se sigue asentando la industria, pero los procesos industriales, se encuentran más camuflados. Hay una proletarización mucho menos visible que la que se daba durante el franquismo y la ciudad se va transformando hacia una ciudad de servicios.

Fuente: imagen propia

Al igual que ocurrió en muchos otros países europeos, pero con mayor incidencia en España debido al boom inmobiliario y a desarrollismo previo a la crisis de 2007, se ha producido un incesante consumo y urbanización del territorio. Consecuencia de ello, se pueden apreciar tres manifestaciones significativas (López de Lucio, 2006):

  • una descontrolada urbanización resultado de la conversión de la vivienda en un bien especulativo.
  • una pérdida de espacios urbanos significativos, engullidos por lo que podríamos denominar como "enclaves basura" y sus hipertrofiadas infraestructuras de movilidad.
  • una proliferación de edificios de arquitectura de prestigio que funcionan a modo de reclamo publicitario y ocultan los tejidos urbanos sin valor añadido.

Como resultado de estos procesos, lo urbano se dispersa por el territorio y se incrementa de forma desproporcionada la tasa de artificialización del mismo, fragmentándolo. La ciudad se homogeniza, pero al mismo tiempo se segrega en sus funciones y en sus grupos de población. Se tiende hacia una ciudad más desigual que no es ajena tampoco a procesos de gentrificación de barrios populares (Lavapiés o Chueca en Madrid, Casc Antic o Poble Nou en Barcelona, El Cabanyal en Valencia, etc.) que han sido objeto de diferentes actuaciones de rehabilitación o renovación, con frecuencia impulsadas por las administraciones públicas. Por tanto, la ciudad contemporánea española padece el efecto contradictorio provocado por fuerzas centrífugas que promueven la difusión de la ciudad y fuerzas centrípetas que persiguen la recuperación de espacios interiores, a menudo, en operaciones que persiguen un marketing urbano para revitalizar áreas degradadas o en desuso de la ciudad interior. Ejemplos significativos podrían ser la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia o el área de Abandoibarra en Bilbao.

Fuente: imagen propia

En Abandoibarra, la apertura del Museo Guggenheim fue uno de los detonantes que contribuyó a la gran transformación de esta zona de una ciudad. De este modo, una ciudad de marcado carácter industrial se está transformando en una ciudad de servicios avanzados, ejemplificando esa terciarización que están acometiendo muchas ciudades españolas. 

Bilbao

Fuente: imagen propia

Referencias

Lois González, R. C., González Pérez, J. M. y Escudero Gómez, L. A. (2012). Los espacios urbanos. El estudio geográfico de la ciudad y la urbanización. Madrid: Biblioteca Nueva.

López de Lucio, R. (2006). Tsunami urbanizador, ciudad basura y arquitecturas de prestigio. Tres síntomas de la crisis urbana a comienzos del siglo XXI. Arquitectura,  346, 86-89. Recuperado de http://oa.upm.es/45892/1/Lucio_Arq346.pdf