TEMA 8. EL MOVIMIENTO MODERNO Y LA CIUDAD FUNCIONAL

8.2 Movimiento moderno y funcionalismo: Le Corbusier.

El Movimiento Moderno se desarrolló en Europa durante los años veinte y treinta. Este movimiento, también conocido como funcionalismo o racionalismo, pretendía la revitalización de la sociedad actuando sobre la arquitectura y el diseño de las ciudades. Sus propuestas fueron puestas en común en los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna, los famosos CIAM, que se celebraron por primera vez en La Sarraz (Suiza) en 1928 (Mumford, 2007). 

Con frecuencia, este movimiento exhibió un compromiso social con el diseño de barrios de vivienda obrera  en los que se cuidaban las condiciones higiénicas, la disposición de los edificios para disponer de amplios espacios libres y la composición formal basada en geometrías simples. Este movimiento se opuso fervientemente al historicismo y criticaba la ornamentación en la arquitectura.

Si buscamos los orígenes de este movimiento tenemos sin duda que hablar de la Bauhaus. La Bauhaus fue una escuela de arquitectura, diseño y arte fundada en la ciudad de Weimar (Alemania) en 1919. Posteriormente se ubicaría en Dessau, donde el diseño de la nueva escuela representó un hito en la historia de la Arquitectura. Esta escuela marcó un antes y un después en el mundo del diseño. Su primer director fue Walter Gropius, al que le sucedieron, primero, Hannes Meyer y, posteriormente, Mies van der Rohe.

El objetivo de la Escuela fue reformar la enseñanza de todos los estudios artísticos y democratizar el diseño. Su lema fue la forma sigue la función. De esta forma, la importancia ya no recaía en la estética o la decoración (como en el Barroco), la importancia recaía en la funcionalidad. De este enfoque funcionalista de la Bauhaus se va a nutrir el movimiento moderno. La Bauhaus congregó a un conjunto de profesores prestigiosos (Mies van der Rohe, Paul Klee y Vasili Kandinski, a Josef Albers, Marcel Breuer), para convertir la escuela en un espacio de creación y experimentación. Finalmente, debido a presiones políticas por parte del Gobierno Nazi, se vio obligada a cerrar (Hernández, 2004).

Uno de los factores que motivó el desarrollo del Movimiento Moderno y del Racionalismo en la arquitectura fue la imperiosa necesidad de reconstrucción de las ciudades tras la I Guerra Mundial. Se había producido un incremento de la población urbana, que junto con los estragos causados por la guerra, derivó en la existencia de una fuerte escasez de vivienda. Para dar solución al problema, se empezó a investigar en torno a la producción seriada de la vivienda y aquí el movimiento moderno investigó y trabajó en la racionalización de su construcción. Pero se buscaba huir de lo viejo y aportar un halo de modernidad apostando por la construcción en altura, la introducción de vegetación, la zonificación y el empleo de nuevos materiales, entre otros.

Le Corbusier, cuyo verdadero nombre era Charles-Eduard Jeanneret-Gris, es considerado el padre de la ciudad funcional. En la formación de este modelo de ciudad, hay que destacar el papel que jugaron los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) de los años 20 y 30 y de la publicación de la Carta de Atenas en 1943. Esta carta es un manifiesto urbanístico basado en las ideas de Le Corbusier en el que se apoya decididamente la planificación como instrumento necesario en el control y la ordenación del dinamismo de la ciudad.

Fuente: Joop van Bilsen, Anefo (CC0), https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Le_Corbusier_(1964)_Stedelijk_Museum_Sikkensprijzen_916-9288_(cropped).jpg

A partir de los postulados derivados de la Carta de Atenas (el modelo que mayor repercusión ha tenido hasta la actualidad es el de la ciudad funcional), fruto del pensamiento de Le Corbusier. El urbanismo que surge con ella plantea la oposición entre la ciudad tradicional (caracterizada por la mezcla e indiferenciación de usos urbanos), y la ciudad moderna, racional y funcional, que se rige por un principio fundamental, la zonificación, idea clave de la planificación urbana actual.

Frente a la mezcla de usos de la ciudad tradicional (con todos sus problemas de densificación e insalubridad provocados por la coexistencia de fábricas y viviendas), el urbanismo moderno plantea que hay que construir ciudades en que los diferentes usos, las diferentes funciones urbanas, estén separadas en espacios distintos. Surge así un modelo de ciudad basado en cuatro funciones básicas (trabajo, residencia, ocio y circulación) que segrega y especializa cada área urbana en una de esas funciones

También es interesante en el pensamiento de Le Corbusier el uso de estándares, mínimas cantidades de espacio habitado, espacio público o verde por habitante en el entorno urbano. Respetando esos estándares, el modelo propuesto por el autor propugna una ciudad de densidad baja debido a su gran extensión pero con una gran concentración de población en los edificios aislados y separados entre sí por una amplia superficie de espacio público abierto. La circulación rodada se separa de la peatonal y las comunicaciones entre las distintas zonas son aseguradas mediante la jerarquización del viario: vías rápidas de acceso, vías de circunvalación y vías de penetración.

En su libro Vers une architecture plantea algunos de los postulados del urbanismo funcional: la racionalizacion en la vivienda, la predominancia de la función sobre la forma o los trazados regulares. Le Corbusier se opusó a la ciudad tradicional y abogaba por la abolición de la calle corredor. Perseguía modernizar la ciudad a través de la arquitectura, y este deseo lo perfila primero en su Plan Voisin y posteriormente en la Cité Radieuse.


En el Plan Voisin (1922), o el Plan para el diseño de una Ciudad Contemporánea de 3 millones de habitantes, propone una zona central de altas torres de uso terciario, que se encuentran rodeadas de una doble retícula de viviendas en altura para los habitantes no obreros. a las zonas industriales). Los edificios más próximos al centro son bloques en altura en lo que se pueden denominar de estilo “redientes” muy parecidos a los que utilizará posteriormente en su propuesta de  “Ciudad Radiante”. La segunda retícula se asemeja más a un Ensanche tradiconal con manzana abierta, aunque con una disposión en bloques paralelos que se conectan dos a dos mediante pasajes-corredores. Las viviendas son de tipo duplex y de grandes dimensiones con terraza, lo que puede interpretarse como una traslación de la vivienda unifamiliar a bloques en altura. En 1925, propusó una modificación de este plan donde agrandaba la manza y construía la manzana en forma de L superpuestas en vertical, permitienedo incorporar espacios para usos deportivos. Las viviendas para los obreros se ubicaban en la periferia, dispuestas a modo de ciudades-jardín y con una localización más próximos a la fábricas. El viario lo divide en dos alturas: la superior para tráfico ligero y la inferior, a nivel de suelo, para tráfico pesado (López de Lucio, 2012).

En su propuesta de "Unité d ' habitation", Le Corbusier plasmó su idea de ciudad basada en un conjunto de grandes bloques aislados ubicados en medio de amplias zonas verdes. De este modo, se proporciona a sus residentes luz, espacio y verdor. La primera de estas edificaciones la construyó en Marsella entre 1947 y 1952, posteriormente construiría las unité d'habitation de Nantes-Rezé (1950-1955), Berlín (1956-1957), Briey (1959-1960) y Firminy-Vert (1965-1967). Le Corbusier concibía la Unité d´Habitation como una ciudad en vertical, en el que en un único edificio se aglutinen las funciones y usos que necesita una comunidad. Esto lo llego a plasmar en la Unité d'habitation de Marsella donde se incorporaban, además de las viviendas, otro tipo de servicios como guarderías, comercios, oficinas y equipamientos deportivos.

Fuente: imagen propia

En la siguiente fotografía de la Unité d'habitation de Berlin, se puede apreciar el estilo brutalista, que deja ver el hormigón de las estructuras y busca formas geométricas repetitivas.

Fuente: imagen propia

El interior de la vivienda también estaba sometida a una estricta distribución para alcanzar la máxima funcionalidad y había sido diseñado en base a profusas investigaciones tipológicas que pretendían dar respuesta a las necesidades de la sociedad moderna y que se sustentaban en el concepto de modulor.

Fuente: Shyamal, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Modulor_measurements.svg

Las ideas del movimiento moderno de arquitectura impulsaron innumerables proyectos en todo el mundo durante la segunda mitad del siglo XX. El diseño de Brasilia (Lucio Costa, 1957), nueva capital administrativa del país, responde a los ideales del funcionalismo y puede ser considerada como su modelo más completo y cerrado. Rodeada en uno de sus frentes por un gran lago, los diferentes usos del suelo aparecen perfectamente zonificados y la circulación rodada queda perfectamente separada de la peatonal.

 Fuente: mnpereira, https://pixabay.com/es/photos/plaza-brasilia-brasil-calle-1576683/, bajo licencia Pixabay


Sin embargo, la mayoría de las ciudades que aplicaron las ideas de la ciudad funcional en su planeamiento (sobre todo, en las décadas de los 60 y 70) hicieron un uso muy simplificado de las ideas de Le Corbusier. De este modo, el modelo quedó en la zonificación funcional y en la construcción de grandes conjuntos habitacionales sin respetar las necesidades de servicios, espacios libres y movilidad que los proyectos del autor planteaban.

Quizá el punto final del movimiento moderno se puede establecer en la demolición del barrio de los famosos bloques Pruitt-Igoe en St. Louis, Missouri, en el año 1972 (Bristol, 2004). Esta operación urbanística llevada a cabo en los años cincuenta, pretendió resolver los grandes problemas de vivienda a través de la construcción de 33 bloques de vivienda social. Ello no hizo sino empeorar los niveles de segregación y la zona se convirtió en un guetto, con un problema importante también de deterioro del espacio físico tan sólo dos décadas después, lo que llevó a las autoridades a demoler la zona.

Fuente: United States Geological Survey, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pruitt-igoeUSGS02.jpg

Fuente: U.S. Department of Housing and Urban Development, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pruitt-igoe_collapse-series.jpg

Referencias

Bristol, K. G. (2004). The Pruitt-Igoe myth. En K. L. Eggener (ed.), American Architectural History: A Contemporary Reader (pp. 352-364). New York: Routledge. Recuperado de https://bit.ly/2vkyl6C

Hernández Cebellín, B. (2004). Bauhaus, la escuela que unión arte y técnica. Técnica Industrial, 252, 68-74. Recuperado de https://www.tecnicaindustrial.es/wp-content/uploads/Numeros/11/44/a44.pdf

Martínez Suárez, A. (ed.) (2016). En Torno a la Modernidad: Reflexiones e Ilustraciones. Santo Domingo, Rep. Dom.: Universidad Iberoamericana UNIBE. Recuperado de https://issuu.com/teoriadelaarquitecturaunibe/docs/en_torno_a_la_modernidad.._644df3d085c238

Mumford, E. (2007). El discurso del CIAM sobre el urbanismo, 1928-1960. Revista Bitácora Urbano Territorial, 11(1),96-115. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/748/74811107.pdf